Bodegas Crater

1998 es el año en que comienza esta historia y una vez más viajamos al norte de Tenerife. Un año de sequía en la comarca de Tacoronte-Acentejo que da una de las mejores cosechas que se recuerdan con uvas de gran calidad. Y también ese año un grupo de amigos de profesiones muy diversas pero con inquietudes compartidas, decide emprender un proyecto vitivinícola bajo el nombre „Bodegas Buten“ (Bodegueros Unidos de Tenerife).

Con viñedos en El Sauzal y Tacoronte, así como uvas de La Victoria y Santa Úrsula que discurren entre medianías y en algunos casos llegan a la costa, lo que brinda a estas uvas (principalmente Listán Negro y Negramoll) un potencial en aromas excepcional, aspiraban a la creación de un „vino de diseño“ . Así, con criterios poco habituales para entonces aún en las islas, elaboraciones de cada uva por separado, maceraciones más largas de lo habitual, envejecimientos individuales en barricas nuevas de roble francés y su combinación posterior en proporciones que perseguían una armonía perfecta, nace ese mismo año „Cráter“.

Y Crater es el nombre no sólo del vino sino como comúnmente se conoce a esta bodega ubicada en El Sauzal. Lourdes Fernández, la cara visible de este grupo de amigos, transmite como persona la misma sensibilidad que reserva a sus vinos y ha apostado desde el principio por la agricultura biodinámica en la finca „El Pino“, donde los tratamientos a aplicar a la viña giran entorno a productos homeopáticos e infusiones que pretenden restaurar el diálogo de la planta y su ecosistema, lo que indudablemente se traduce en vinos sumamente auténticos.

En 2003 se da otro paso adelante. Partiendo de un año excepcional en la viña, la bodega decide elaborar un nuevo vino, igual de ambicioso pero algo más concentrado, llega la sofisticación con el vino „Magma“. Pocos vinos pueden hablar más y mejor de su entorno, de la tierra y del volcán.